Las neuronas de Dios es el título de un libro que me llamó la atención. Muchos hemos escuchado que al individuo creyente le va bien, tiene mejores índices de felicidad y vive más. Tal vez la fé permite una vida menos estresada particularmente en los ámbitos ubanos.
Este libro plantea la posibilidad de que tal vez los seres humanos siguen siendo creyentes porque todo en nuestro cerebro esta estructurado para que lo más natural sea ser creyentes. Sabemos que creer en algo nos hace más fuertes. La experiencia religiosa libera neurotransmisores y hormonas que ayudan a controlar el estrés y la ansiedad. El homínido con miedo y angustia tendería a preparar su cerebro para creer y espantar sus fantasmas. El ser creyentes tal vez es sólo un reflejo para poder sobrevivir.
¿Es Dios producto de una cualidad innata cableada en el cerebro?
¿Son las cualidades humanas características que aparecen como consecuencia de nuestra arquitectura? ¿Será la religión el resultado de huecos, recovecos o remolinos en el cerebro que aparecen inevitablemente a medida que se forman los órganos?
Según Michael Schermer (2011) y muchos autores, la creación de áreas comunes y de una institución religiosa que promueva la conformidad y el altruismo contribuye a establecer reglas de cooperación y de reciprocidad entre los individuos. Tanto es así que hay evidencias de que, en promedio, los creyentes tienen más descendencia.
Curiosamente la epilepsia en el pasado era llamada la enfermedad sagrada y las siguientes personas la padecían:
Dostoievski
Napoleón Bonaparte
Sócrates
Juana de Arco
Moliere
Gustav Flaubert
Mahoma
San Pablo
Las investigaciones de Jill Bormann en la Universidad de California en San Diego, demuestran que la repetición de un mantra es un muy efectivo remedio contra el estrés. De hecho este remedio ha sido utilizado en casos de estrés postraumático. De hecho la religión funciona como un agente antiestrés, particularmente en tiempos complicados por ejemplo cuando hay crisis financieras. Por lo que cuanto más nos sentimos inseguros buscamos más la religión.
La música repetitiva genera una respuesta en el cuerpo que va más allá del simple reconocimiento de la melodía o la letra. Existe ese sentimiento de iluminación también en personas que asisten a raves, amantes del heavy-metal y hasta hiphoperos. Los fans algunas veces describen los conciertos como una actividad mística.
Robin Syvan en el libro Huellas del espíritu : Dimensiones religiosas de la música popular, cita que en e los conciertos se llega a proveer casi lo mismo que en una religión tradicional:
No es necesario adscribir a ninguna fé para disfrutar de música compuesta con fines religiosos, tanto ateo como creyente pueden activar áreas de su cerebro relacionadas con una experiencia espiritual.
Algunas frases que me gustaron del libro:
Este libro plantea la posibilidad de que tal vez los seres humanos siguen siendo creyentes porque todo en nuestro cerebro esta estructurado para que lo más natural sea ser creyentes. Sabemos que creer en algo nos hace más fuertes. La experiencia religiosa libera neurotransmisores y hormonas que ayudan a controlar el estrés y la ansiedad. El homínido con miedo y angustia tendería a preparar su cerebro para creer y espantar sus fantasmas. El ser creyentes tal vez es sólo un reflejo para poder sobrevivir.
¿Es Dios producto de una cualidad innata cableada en el cerebro?
¿Son las cualidades humanas características que aparecen como consecuencia de nuestra arquitectura? ¿Será la religión el resultado de huecos, recovecos o remolinos en el cerebro que aparecen inevitablemente a medida que se forman los órganos?
Según Michael Schermer (2011) y muchos autores, la creación de áreas comunes y de una institución religiosa que promueva la conformidad y el altruismo contribuye a establecer reglas de cooperación y de reciprocidad entre los individuos. Tanto es así que hay evidencias de que, en promedio, los creyentes tienen más descendencia.
Curiosamente la epilepsia en el pasado era llamada la enfermedad sagrada y las siguientes personas la padecían:
Dostoievski
Napoleón Bonaparte
Sócrates
Juana de Arco
Moliere
Gustav Flaubert
Mahoma
San Pablo
Las investigaciones de Jill Bormann en la Universidad de California en San Diego, demuestran que la repetición de un mantra es un muy efectivo remedio contra el estrés. De hecho este remedio ha sido utilizado en casos de estrés postraumático. De hecho la religión funciona como un agente antiestrés, particularmente en tiempos complicados por ejemplo cuando hay crisis financieras. Por lo que cuanto más nos sentimos inseguros buscamos más la religión.
La música repetitiva genera una respuesta en el cuerpo que va más allá del simple reconocimiento de la melodía o la letra. Existe ese sentimiento de iluminación también en personas que asisten a raves, amantes del heavy-metal y hasta hiphoperos. Los fans algunas veces describen los conciertos como una actividad mística.
Robin Syvan en el libro Huellas del espíritu : Dimensiones religiosas de la música popular, cita que en e los conciertos se llega a proveer casi lo mismo que en una religión tradicional:
- Actividad ritual
- Encuentro comunitario
- Filosofía
- Punto de vista compartido
- Sentido de pertenencia
- Repetición de frases y melodías para alterar el estado de conciencia
No es necesario adscribir a ninguna fé para disfrutar de música compuesta con fines religiosos, tanto ateo como creyente pueden activar áreas de su cerebro relacionadas con una experiencia espiritual.
Algunas frases que me gustaron del libro:
Si la religión es un virus, la ciencia puede ser una vacuna.
Conócete a ti mismo y a los dioses que llevas dentro.
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